Tabla de contenido:
- Síntomas de la aspergilosis
- Quién está en mayor riesgo
- Diagnóstico de aspergilosis
- Cómo se realiza el tratamiento

La aspergilosis es una enfermedad infecciosa oportunista causada por el hongo Aspergillus fumigatus, que está presente en diferentes ambientes, como suelo, humedales, material en descomposición y obras de construcción, por ejemplo.
Así, como el hongo se puede encontrar en diferentes ambientes, las personas están en contacto frecuente con Aspergillus fumigatus, pero no todas desarrollan la enfermedad, ya que el hongo crece con más facilidad y provoca la aparición de síntomas en personas cuyo sistema inmunológico está más comprometido por enfermedades como el VIH y el lupus, los trasplantes o el uso de medicamentos.
La ruta principal de infección por Aspergillus es a través de la inhalación, lo que le permite permanecer en los pulmones y provocar síntomas como tos, dificultad para respirar y fiebre, que pueden empeorar rápidamente y afectar otras partes del cuerpo, como como el cerebro, el corazón o los riñones, especialmente cuando no se inicia tratamiento antifúngico.

Síntomas de la aspergilosis
Después de la inhalación de esporas de Aspergillus fumigatus, el hongo puede colonizar el tracto respiratorio y permanecer en el cuerpo sin ningún síntoma. Sin embargo, en personas con un sistema inmunitario comprometido, los síntomas pueden aparecer según el sitio afectado y la gravedad de la infección, y puede haber:
1. Reacción alérgica
Ocurre principalmente en personas con antecedentes de enfermedades pulmonares crónicas como asma o fibrosis quística e incluye signos y síntomas como:
- Fiebre superior a 38ºC;
- Tos con sangre o flema;
- F alta de aire;
- Coriza y dificultad para oler.
Este es el tipo de reacción menos grave y, en la mayoría de los casos, incluso se puede tratar con medicamentos que ya se usaban para los ataques de asma, por ejemplo. Sin embargo, si los síntomas empeoran, es muy importante acudir al hospital.
2. Aspergilosis pulmonar
Estos casos también son muy comunes, pero generalmente afectan a personas que no tienen antecedentes de enfermedad pulmonar. Los síntomas incluyen:
- Pérdida de peso;
- Tos persistente;
- Tos con sangre;
- Fatiga excesiva;
- F alta de aliento.
Si no se trata adecuadamente, se puede desarrollar una infección pulmonar y propagarse a través de la sangre a otras partes del cuerpo. Además, en algunos casos, el hongo puede colonizar las cavidades de los pulmones y formar una masa fúngica conocida como aspergiloma, que puede seguir creciendo y producir tos con sangre..
3. Aspergilosis invasiva
Es el tipo de infección más grave que ocurre cuando el hongo logra multiplicarse en los pulmones y luego propagarse por la sangre. Los signos de este tipo de aspergilosis pueden ser:
- Fiebre superior a 38º C;
- Dolor en el pecho;
- Tos persistente;
- Dolor en las articulaciones;
- Dolor de cabeza;
- Inflamación de la cara.
Además, este hongo tiene la capacidad de entrar en los vasos sanguíneos, diseminarse más fácilmente y promover el cierre de los vasos, lo que provoca trombosis.
La aspergilosis invasiva es el tipo más frecuente cuando el sistema inmunitario está muy debilitado y, por tanto, sus síntomas pueden ser difíciles de identificar, ya que pueden interpretarse como síntomas de la enfermedad que se basa en la disminución de las defensas de el organismo.

Quién está en mayor riesgo
El contagio por Aspergillus fumigatus ocurre principalmente por inhalación de esporas presentes en el ambiente, sin embargo también puede ocurrir por inoculación de esporas en la córnea, por ejemplo.
Aunque puede ser inhalado por cualquier persona, el desarrollo de infecciones, especialmente las de tipo invasivo, es más frecuente en personas que tienen un sistema inmunológico más comprometido debido a enfermedades infecciosas y/o crónicas, como VIH y lupus, que se hayan sometido recientemente a un trasplante de órganos o que estén utilizando fármacos que disminuyan la actividad del sistema inmunitario, como corticoides, quimioterapia o inmunosupresores.
Diagnóstico de aspergilosis
El diagnóstico de aspergilosis lo realiza inicialmente el infectólogo, neumólogo o médico general, mediante la evaluación de los signos y síntomas que presenta la persona y su historial de salud.
Para confirmar la infección por el hongo, puede estar indicada la observación del esputo al microscopio o análisis de sangre con serología que detecte anticuerpos específicos contra este hongo, o cultivo del tejido infectado.
Así, según los resultados de las pruebas, es posible confirmar la aspergilosis y su gravedad, siendo útil para que el médico indique el tratamiento más adecuado.
Cómo se realiza el tratamiento
El tratamiento de la aspergilosis suele comenzar con el uso de medicamentos antimicóticos como el itraconazol o la anfotericina B, que ayudan a eliminar el exceso de hongos del organismo, ayudando al sistema inmunitario a controlar la infección y aliviar los síntomas.
Sin embargo, el médico también puede recomendar el uso de corticosteroides, como budesonida o prednisona, para aliviar los síntomas más rápidamente y mejorar el efecto del antifúngico, especialmente en personas con síntomas muy graves, como los que tienen asma., por ejemplo.
En los casos más graves de aspergilosis pulmonar o invasiva, en los que se puede desarrollar una masa fúngica conocida como aspergiloma, el médico puede recomendar una cirugía para extirpar los tejidos más afectados y favorecer el efecto de los antifúngicos.